Friday, June 27, 2014

Los expertos ven en el alcohol «una droga, sea en sidra o en vodka»

La cultura no entiende mucho de ciencia, pero sí de costumbres. El debate suscitado por el tratamiento que el Proyecto de Ley del Principado de Asturias de Atención Integral en Materia de Drogas da a la sidra y a la cerveza, acaba en el mismo punto en que comienza: el alcohol es una droga. En la comisión de Sanidad de la Junta General del Principado, tanto Miguel Hevia, en nombre de la Asociación de Sidra Asturiana, como Jacobo Olalla, la voz de Cerveceros de España, mantuvieron ante el consejero de Sanidad que es necesario distinguir entre las bebidas fermentadas y las destiladas a la hora de evaluar los daños producidos por el alcohol y, por tanto, a la hora de considerar bebidas tan populares drogas. En suma, que no es lo mismo beber sidra que vodka, ron o tequila.

Pero los expertos se ciñen a sus conocimientos científicos. «Droga es cualquier sustancia que produce un cambio químico en el organismo y que produce tolerancia y dependencia. Según esos parámetros, el alcohol es una droga, y las bebidas fermentadas tienen alcohol y las destiladas, también» afirma el psiquiatra Eduardo Carreño, experto en toxicomanías, a quien apostilla el también psiquiatra Julio Bobes con lo que considera una obviedad: «todas las bebidas fermentadas tienen alcohol», extremo que comparte con la también psiquiatra del Sespa Gemma San Narciso.

Pero una vez señalado lo científico, vienen las matizaciones. Bobes señala «que el alcohol es una droga y que la sidra tiene alcohol, es algo innegable, ahora, eso no quiere decir ni que el bebedor de sidra sea un adicto, necesariamente, ni que la bebida asturiana sea inocua. Ni tanto ni tan calvo. El debate no está entre sidra y droga, sino entre sidra y alcohol». Y en ese sentido Carreño puntualiza que «las cosas no se pueden tratar de forma genérica porque los efectos del alcohol en sangre dependen de muchas cosas. De si eres mayor o menor, de la cantidad que ingieras y en cuánto tiempo, de si eres hombre o mujer y del aprendizaje que hayas desarrollado para beber. No es comparable el uso de la sidra en Asturias que en Valencia, o el vino en La Rioja que aquí. La sidra fuera de contexto sería un problema».

Jóvenes en un botellón.

La cultura de la sidra

Y recuerda el psiquiatra que «antes te enseñaban a beber sidra, te decían que tienes que comer, que no debes beber rápido... Ahora las costumbres han cambiado, se bebe diferente, parece que hubiera que beberlo todo en una noche. Una romería de hoy o el botellón no tienen nada que ver con esa cultura de la sidra. Y eso sí que hay que controlarlo, sea sidra, cerveza o cualquier tipo de alcohol ingerido en grandes cantidades».

Ése, precisamente, es el caballo de batalla de Julio Bobes, mucho más preocupado por la ingesta alcohólica en menores que en la propia regulación de la ley asturiana reguladora del consumo de drogas. «Lo verdaderamente importante es el decreto-ley que se va a publicar en el BOE, no en el BOPA. El que está a punto de aprobar el Gobierno de la nación para proteger a los menores frente al alcohol, no frente a la sidra, sino frente al alcohol que toman los menores. En los últimos años se ha desarrollado un pensamiento entre los jóvenes que va dirigido a intoxicarse de manera intensiva y rápida, y urge proteger al menor de eso, porque hasta los 20 años las neuronas cerebrales no terminan de desarrollarse y las que pierdes ya no las recuperas. Esa intoxicación exprés hay que controlarla, hay que defender el derecho del menor a la salud, incluso en contra de sí mismo».

Por eso tanto Julio Bobes como Eduardo Carreño tienen más fe en la norma nacional a punto de salir que en la regional, que se encuentra en pleno trámite parlamentario, y en la que el consejero de Sanidad ahonda en la necesidad de controlar el uso y el abuso del alcohol. «No se trata de unas bebidas o de otras, se trata de la presencia del alcohol en sangre, que es lo que determina los accidentes de tráfico», afirmó Faustino Blanco, cuyas tesis respalda Gemma San Narciso, quien añade que «no digo que no pueda ser el texto matizable, pero el proyecto salió con el consenso de los profesionales».

De todas formas, Carreño y Bobes mantienen que «ahora tiene poco sentido poner en marcha una norma regional, porque la nacional está a punto de ser aprobada y tendrá que adaptarse a ella. Después de tantos años no sólo llegamos tarde, sino que llegamos los últimos».



Fuente: http://www.tvbus.tv/portal/index.php?op=noticias&seccion=cuenca&id=35635

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